Nuestros bebes crecieron y a los chicos, con el comienzo del jardín, se les abrirá un espacio diferente, un mundo social más allá de su primer entorno, continente y familiar.
La adaptación es una situación llena de emociones, miedos, ansiedades dudas y deseos que se dan simultáneamente, involucra a todos: chicos, padres, docentes, institución.
No hay recetas mágicas ni un manual de instrucciones “para que se adapten bien”. Cada chico es único y diferente, trae una historia de vida, de familia, de vínculos con características particulares y desde ahí vivirán su proceso.
Estas son las pautas a considerar:
- Ser pacientes y respetar los tiempos internos de cada chico.
- Acompañarlos sin angustiarnos con las idas y vueltas (son normales los altibajos) ni con los enojos, la adaptación es gradual.
- Seguir las indicaciones de la maestra, aunque a veces cueste, especialmente si lloran o berrinchean. Despedirse con tranquilidad y con una sonrisa si es posible.
- Compartir y evaluar con la institución dificultades asociadas que puedan estar atravesando en la alimentación, el sueño, dolores de panza, fiebre, etc.
- Ofrecerles llevar de casa un objeto mediador (osito, frazada, etc), lo ayudará a sentirse más seguro, es un recurso que les permitirá transitar la ansiedad de las primeras separaciones. Es fundamental observar cómo están, que necesitan y hablarles mucho.
- Los chicos sienten ambivalencia, tienen ganas de jugar con otros chicos, necesidad de otras experiencias y de seguir creciendo, pero también sienten temor a lo nuevo y a estar lejos de mamá.
¿Cuándo logra adaptarse un chico?
Cuando reconoce a la maestra, al espacio físico y se siente parte de un grupo.
Si pudieran expresar en palabras lo que piensan y sienten dirían: “Podes irte, ya me animo a quedarme solo porque sé que vas a volver a buscarme y tengo confianza en que no me vas a dejar más tiempo del que puedo estar”.