Aunque es un hecho repetido a lo largo y a lo ancho de nuestro planeta, la tarea cotidiana de ser mamá y de ser papá sigue siendo, en el mundo que nos toca vivir, un milagro cotidiano.

Una sonrisa sin dientitos, un abrazo a la mañana, el dibujito de regalo, la nota de felicitación de la maestra, transforman nuestro dia a dia.

No es fácil acompañar a los hijos en su crecimiento, nos planteamos cómo estimularlos creativamente, cómo ayudarlos en la escuela, con sus amigos, cómo explicarles los conflictos con los que irremediablemente se van a encontrar, cómo afianzarlos en su confianza y en su capacidad de cambio.

No serán fáciles las pequeñas grandes decisiones de todos los días para que adquieran hábitos sanos, para que progresen siempre un poquito más y sean cada vez más independientes.

¿Qué exigirles, qué exigirnos?

Cada uno irá teniendo sus propias respuestas, cada uno irá construyendo su camino, enseñando pero también aprendiendo a escucharlos. Los adultos les acercamos información, algunas preguntas, aclaramos verdades y mentiras, intentando también acompañarlos en su camino para brindarnos opciones.

Nuestros hijos desde el primer encuentro nos transforman en seres comprometidos en ayudarlos a crecer pero también nos brindan la oportunidad de dar y recibir y de crecer nosotros como personas.