Rabietas

rabieta¿Sólo los chicos pequeños tienen rabietas? No, y no necesariamente desaparecen después de los primeros años. Los chicos más grandes a veces también tienen problemas para manejar el enojo y la frustración.
Algunos solo pierden la calma ocasionalmente. Pero a otros parece costarles más trabajo tolerar cuando las cosas no salen como ellos quieren. Tienden a tener reacciones fuertes y necesitarán más ayuda de sus padres para manejarlas.
Controlar los arranques puede ser difícil para los chicos y ayudarlos también puede ser difícil para los padres que los aman.

¿Cómo ayudarlos?
Siendo pacientes y positivos, tener en cuenta que aprender toma tiempo, es un proceso y que, todos los chicos pueden mejorar con la orientación adecuada.
La oposición, el desafío, las peleas y las contestaciones agresivas de los chicos nos enojan, nos desgastan… pero tenemos que manejar esos sentimientos, en esos momentos necesitamos estar calmados. Enseñar mediante el ejemplo es una herramienta muy poderosa: hablar con calma, claridad y firmeza, no respondiendo también con enojo, culpa, críticas, ni palabras humillantes.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero si gritamos o amenazamos, les estamos mostrando las conductas que queremos desalentar.
Ayudarlos a explicar sus emociones, entender que les pasa para que puedan expresarse con palabras y puedan ir comprendiendo que es lo que se necesita para resolver un problema…
EJ: «Sé que estás enojado, pero nada de gritos ni de insultos» «Decime por qué estás enojado» «Usa tus propias palabras para decirme qué pasa y por qué estás enojado» «Pedile perdón a tu hermano por decirle eso»
Plantearles pautas de convivencia familiar, los guía y los contiene…
Ej «No está permitido gritar ni arrojar cosas» “Si no te calmas, vas a tener que ir a tu dormitorio hasta que puedas dejar de gritar».
Primero escuchar siempre y decirles que los entendemos! A veces sentirse escuchado y comprendido es todo lo que necesitan, pero además de reconocer sus sentimientos aclararles que no son una excusa para agredir o insultar o romper.
Ayudarlos a encontrar las palabras correctas. Ej: «Así que eso te hizo enojar» «Te sentiste mal, dolido”. También podemos ofrecerles opciones para encontrar alternativas de solución al conflicto y/o alentarlos que hagan otra cosa que les permita cortar y cambiar de ánimo: andar en bici, leer un libro, jugar, escuchar música…
Es importante ir reconociéndoles sus logros, ser flexibles en situaciones que lo permitan.
Identificar las situaciones «de riesgo» y ser preventivos anticipándonos también puede ayudar, ir dándoles avisos previos para que luego puedan respetar una pauta acordada.
Los chicos que se involucran con frecuencia en peleas y discusiones con sus amigos, sus hermanos y adultos, es posible que requieran de ayuda adicional.
Es útil consultar con los otros adultos que conocen a los chicos en otros ámbitos: maestros, entrenadores, otros familiares o amigos, que podrían ayudar o el pediatra que puede recomendar un consejero o un psicólogo.