Premios o precios

118187046Cuando le damos premios a los chicos por hacer o dejar de hacer algo, lo que estamos haciendo es “pagarles por sus favores”. Parecería positivo porque, en lugar de castigarlos por su mala conducta, estaríamos premiando su buena conducta. Generalmente recurrimos a premios cuando otros recursos de persuación fallan. Así, le estamos poniendo precio a sus favores.

«Si me das un beso te doy un caramelo.» «Si te portas bien en lo del medico, te compro las figuritas que te gustan.» «Si guardas los juguetes…», » Si te quedas quieto…»

Parece divertido, pero ¿qué sentiríamos poniéndonos en el lugar de los chicos?
¿Que sentiríamos si el ser más querido y admirado por nosotros nos propone pagarnos por algo que no deseamos hacer? Además del quiebre de nuestra integridad, que no hay precio que pueda compensar, necesariamente nos sentiremos traicionados.
En las empresas se estila incentivar al personal. Siendo adultos, seguimos esperando premios por “portarnos bien”.
Los caramelos en el mundo adulto se llaman ascenso, bonificaciones extra, remuneración por objetivos, etc.
Fuera del área laboral, los premios tendrán otros nombres.

Con esta conducta no hay espacio para despertar en la conciencia de nuestros hijos la noción de cooperación, de la acción por la acción misma y cómo su actitud afecta a los demás. Si pudiéramos mostrarles que son parte importante y activa en el funcionamiento del hogar, naturalmente, asumirían otra posición. Ellos son útiles, son parte integrante de la familia y tienen su función.

Como papás tenemos la ardua tarea de erradicar de nosotros la necesidad de recibir y dar premios. Darnos cuenta de que estamos pendientes es el primer paso para tratar de que nuestros hijos no tengan que pasar por lo mismo o que les sea más leve.
También nosotros nos sentiremos mejor al no tener que “pagarles” por hacer lo que tienen que hacer o queremos que hagan.

Entonces, cuando les demos un regalo, un abrazo, será expresión de nuestro amor, de la alegría por su presencia. Simplemente por ser quienes son. Nuestros hijos.